viernes, 17 de junio de 2011

Ampola, roja, dormida...


La amapola es una hierba anual. Proviene de Europa, África y Asia.
Alcanza a medir hasta 70 centímetros de altura y más. Tiene un tallo recto recubierto con finos pelitos. Sus hojas son dentadas, alargadas y lobuladas, no poseen pecíolo, brotan alternas a lo largo del tallo. Las flores son muy llamativas, poseen delicados pétalos de color rojo naranja, aunque existen otras variedades de rojo intenso, amarillo, violeta y blanco.


El fruto de la amapola es una bonita cápsula que contiene las minúsculas semillas.
Las semillas de amapola se plantan al final del invierno.
En algunos jardines, después de haber sido sembradas la primera vez, nacen solas cada año. Suelen encontrarse en los campos y caminos donde ya crecen de manera natural.
La amapola no exige grandes cuidados, sólo debe ser ubicada preferentemente en un terreno seco, con poca cantidad de sustancia orgánica y en un ambiente soleado, aunque con media sombra tampoco le iría mal. No requieren de mucha cantidad de agua.
Las hojas son levemente venenosas para los animales herbívoros. Sin embargo, las semillas son inofensivas y frecuentemente se utilizan como condimento, tostadas son muy apreciadas para condimentar panes. Las partes verdes frescas se consumen como verdura y los pétalos se usan para elaborar siropes y bebidas no alcohólicas.
La amapola común ejerce un sutil efecto sedante sobre el sistema nervioso y sirve para hacer disminuir la tos y para expectorar (hacer salir mucosidades de los bronquios). Aunque, como todos los sedantes, se debe administrar sólo cuando es absolutamente necesario, no tiene efectos secundarios ni tóxicos importantes, se la toma en infusión. Se la confunde comúnmente con la variedad Papaver somniferum (adormidera u opio) , que contiene morfina y propiedades narcóticas. El consumo excesivo puede causar molestias intestinales hasta dolor de estómago.


Eso seria, he dicho
Miss L

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